Nieve

Se ha marchado un sueño
de nieve blanca,
hacia el páramo
que lleva al país de la nostalgia.

Se van con él ilusiones de mi vida
clara: los besos, las nubes, mi hada.
Pero esta vez se ha quedado
demasiado honda esta herida blanca,
porque la brisa ya no puede curarla.

Desdibujadas líneas te recuerdan
sobre un laberinto de esferas falsas,
donde mucho se quiere y poco se habla.

Quisiera volver a sentirte sólo una vez
más, mi niña del mundo solitaria,
porque sabes que llevas la llave
de mis celdas por tu marcha.
Pero no puedo alcanzarte
por ser más fuerte el dolor
que esquiva nuestras miradas.

Tras el invierno deshelarás
mi sueño nevado de tristeza,
ilusión y esperanza, y marcharás
sobre todo mi cosmos constelada.

Se derretirán los copos nevados
de tus mieses de arrogancia,
donde los besos no llegan
porque les quitaste la magia.

Intento quitar la noche de nieve
de mi triste almohada,
y los recuerdos son tan fuertes
que es imposible quitarla.

Sólo el tiempo nos barrerá
estas ausencias solitarias,
si me olvido de tus ojos
bajo el sol de la mañana.

Tal vez en nuestros corazones
otras nieves se hallan,
las que nos fueron helando
de nunca abrazarlas.

Así entenderé quizá un día
tu amor de nieve blanca,
cuando viajen mis sueños
sin ti al país de la esperanza,
donde los versos se sienten
y las bocas nunca engañan.

En los mayos malditos
mi vida se mezcló con tu sabia,
pero despediré mi dolor
mansamente con rabia.

Serán mis ojos el fuego
siempre que derrita
tus níveas arias,
para que nunca más nieves
sobre corazones que te aman.