con la inocencia de agua que respira
el anónimo olor de los claveles.
el desuello, las flores invernales,
como una cantinela abovedada
que resurge del polvo de los días.
que ampara el canto triste de las horas
en las que se suceden ansia y espejo.
escuchar el silencio de los búhos,
atesorar el llanto del murciélago.
-Teresa Domingo Català-
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