5.5.09

El bosque... (una historia a muchas manos)


En una lejana región del Norte de Irlanda, existía un frondoso bosque, donde por años, se había corrido la voz de que habitaban unos seres mágicos. Nadie se atrevió a asegurar si era cierto o solo una leyenda, pero los más ancianos del lugar contaban historias de sucesos maravillosos e inexplicables que eran atribuidos a aquellas mágicas criaturas. Una tarde Juan, cuando se dirigía a la aldea que había al otro lado del bosque, tuvo que atravesarlo. Mientras caminaba entre aquella frondosa arboleda, tenía la sensación de ser observado. Miraba a un lado y a otro tratando de buscar la presencia que percibía sin encontrar nada, a su alrededor sólo veía lo verde de la arboleda. Juan que ya había recorrido un buen tramo de bosque, se detuvo frente a un pequeño nacimiento de agua para lavarse las manos y saciar su sed, al inclinarse para mojarse el rostro, quedó paralizado al ver la imagen que se reflejó en el agua. Ninguna de las historias leídas desde su más tierna infancia le había preparado para aquel rostro de belleza infinita, cuyos ojos le devolvían una mirada llena de ternura y bondad. Su cabello dorado resplandecía como si miles de estrellas lo adornaran y podían entreveres la punta de unas orejas allí donde una plateada diadema recogía el pelo. A Juan ya no le quedaba la menor duda, estaba contemplando el rostro de un elfo de los bosques. Juan se incorporo y giro la cabeza, pero a su alrededor no había nadie. Extrañado volvió a mirar de nuevo el agua, intentando desvelar el misterio, pero fue en vano la imagen no se encontraba ya reflejada en él. Confuso, siguió su camino. Caminaba con cierto resplandor el la mirada, ese brillo, esa imagen.... no podía apartarlos de su mente. Mientras retomaba su rumbo, Juan intentaba buscar de nuevo ese reflejo, pues al haberlo percibido sintió en sus adentros una paz indescriptible, un sentimiento de calma que quería revivir nuevamente. Al cabo de su marcha, Juan fue dándose cuenta que en sus manos habían destellos dorados que comenzaban a notarse máss y más. ¿ Y qué era aquello que escuchaba ? ¿alguien estaba cantando?, no aquella hermosa melodía parecía surgir de los árboles de su alrededor. Cerró los ojos para escuchar mejor y se sintió liviano, etéreo y feliz como nunca antes había sido. Al volver a abrirlos el bosque se había transformado, a pesar de ser casi de noche brillaba una luz que lo envolvía todo haciendo resplandecer las flores, la hierba, las hojas de los arboles. Sorprendido miro a su alrededor y ¡oh! sorpresa unos diminutos seres le rodeaban. ¿Qué eran, de dónde salieron? No salía de su asombro, cada vez más criaturitas le rodeaban sin dejar de mirarlo. Había una en especial que era realmente hermosa, puso su mano en la tierra y esta criatura se deposito en ella, él se la acerco la cara para poderla contemplar mejor.
-¿Quién eres?- preguntó en voz muy queda por miedo a asustarla.
- Soy un hada de los bosques. Has sido elegido por tu buen corazón y tus buenas acciones. A partir de hoy ya no habrá más penas en tu vida. Vete a casa y sé feliz.
Juan así lo hizo, regresó a su casa y desde aquel día no solo fue feliz, sino que hizo feliz a todos los que le rodeaban.

Autoras:Matevay, Mina, Laura de la O. y Arwen
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