nacida sin darme cuenta
en medio del corazón.
En la tierra de la sangre
se abonó su resplandor.
Es delicada y se muere
sin cuidados y sin mimos.
Requiere mucha atención
contra el calor del verano,
contra el frío del invierno,
contra el cruel desengaño
que le causa tanto daño
con el paso de los años.
Florece en la primavera,
se marchita en el verano
y en el invierno se muere,
si no la cuida mi mano.
¡Se mantiene de ilusión!
echa flores de pasión
y se alegra en le ventana,
cuando la acaricia el sol.
¡Es todo lo que yo tengo!
No sé cómo sucedió.
Me creció, sin darme cuenta,
en medio del corazón.
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