los libros cerrados siempre,
unas veces por asiento,
por cabecera otras veces.
Un viejo que fatigado
con la hoz segaba mieses cerca de él,
con desenfado le dijo al par:
- ¡Qué imprudente niño incauto!
¿no ves que el tiempo
que dejas pasar no vuelve?
- Tiempo tengo, dijo el niño, de estudiar.
- Sí, joven eres, sacude pues tu pereza
y piensa más diligente
que el tiempo una vez perdido,
perdido está para siempre.
( Honoria Pérez Marín)
No hay comentarios:
Publicar un comentario