desde tu rinconera nos mirabas,
con deseos de mimos, tú maullabas,
para un cariño siempre presuroso.
Tenías ese aire misterioso,
con el que siempre tú nos embaucabas,
y al no encontrar calor nos arañabas,
mas siempre tú salías bien airoso.
Minino en nuestro lar como uno más
lograbas disfrazar tu aire fiero,
cuentista, engañador y marrullero.
Por tu enorme elegancia, gran aplomo
y sal al arquear tu suave lomo,
en tu cielo felino hoy estarás.
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